DE CRITICAR Y CRITICAR YA EMPIEZA A AMANECER

En cada hombre hay una cualidad curiosa que le es innata y le acompaña hasta que la memoria le hace estragos: criticar. Más que un animal de costumbres, el hombre es un animal de criticas.

Y critica desde el regazo materno cuando el instinto le enseña que algo no funciona, y acierta a reconvenir su entorno, y a través de lloros y pataletas recompone el mundo a su imagen y necesidad, y la madre atiende.

Y critica desde la infancia para obtener de sus padres el objeto de juego deseado, y corre olvidando y creciendo los días al ruido ensordecedor de sus juegos de infante, y los padres atienden.

Y critica desde el colegio a sus compañeros de clase y a sus maestros de enseñanza, ora haciéndolas dulces en conveniencia a sus intereses, ora haciéndolas ácidas en represalias a sus intereses fallidos, y los maestros atienden.

Y la crítica se torna racional al adquirir la mayoría de edad, y el hombre la depura todos los días en el purificador del pensamiento consciente al fuego de sus intereses preclaros. No deja de hacerlo nunca, hasta el día que la muerte lo llama a su campos de paz, cuando el hombre arrastrado se retuerce en franca lid pidiendo tiempo y distancia. Y la muerte no atiende.

La crítica es el comportamiento racional que le dio al hombre la opción de enjuiciar el entorno exterior con su mundo interior, y de obligar al entorno exterior a transformarse en su entorno. Cuando esa transformación no acontece, el choque de trenes que ocurre hace saltar la paciencia interior, y con un fácil esfuerzo de voluntad la crítica se hace agresiva. Y puede llegar a los hechos, cuando la critica tuerce la lisonja y recorre los pasillos del mandato y del ¡ tu debes ¡.

No se le debe pedir al hombre que no critique, porque lo hace con más intensidad que respirar. No se le puede pedir al hombre que no critique, porque la crítica estuvo presente en el primer ser vivo que evolucionó con el entorno, y debe su existencia a esa crítica persistente de su medio. El hombre existe un día más de sus días por la crítica. Criticar no solamente es recomponer a imagen y semejanza, sino vivir sin la complicación de volver a empezar.

El caldo de cultivo de la vida estuvo en la crítica. Gracias a la crítica somos cada día mejores o peores, pero somos cada día diferentes.

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