El miedo y el medio, dos miedos

¡ Y el joven venció el miedo con el miedo, y dividió el miedo en una aritmética de miedo ¡

El hombre nunca se acostumbra a lo desconocido, y lo evita con criterio, si es de noche, y lo observa como dios, si es de día.

El llanto del recién nacido, es la prueba inicial de que el medio nuevo, desconocido, alucinado, nos pone tensos, y mueve hasta nuestros resortes primigenios: ¡hacen su entrada al mundo las necesidades primarias, y el hombre hecho criatura inaugura su entrada triunfal de miedo con llanto, sudor y evacuaciones ¡. Y el hombre con los pies puestos en lo ignoto, bulle mil ideas, y se aferra al medio, y con la ayuda de la imaginación más que de los demás, aprende vía láctea la costumbre del miedo.

¡ El miedo es el medio que la vida ideó en el hombre para saltar la barrera de la irracionalidad y devolverse a mirar su carrera de estampida ¡.

El niño ve en el miedo la urgencia de una educación que le mate los temores, o en su defecto, que se los enmascare, y juega juegos de realidad en días de brujas de ficción, y aprende el arte de dominar el miedo untándole más miedo al medio.

¡Cuando la educación de miedo era el día a día de las aulas, el niño nunca la miró como la cenicienta en el paseo de la vida, sino como la amalgama que le curaba la piel de los otros miedos¡ ¡ Y el joven venció el miedo con el miedo, y dividió el miedo en una aritmética de miedo ¡

Hoy la sicología enseña que los miedos son temores del pasado de fantasmas sin nombre, y vende curaciones de pavor a punta de jabones de dislexia en listados de nombres con fantasmas.

Y se vence el miedo con victorias pírricas de dialéctica de pueblo, cada vez que logramos superar el día que ya pasó y la noche que llegará con sus fantasmas de película.

El último miedo que el hombre vence es la muerte, y logra hacerlo un día después de la muerte, con un rostro sin pudor de miedo y unos ojos desconocidos al fin encajados en los linderos de un mal que le siguió los pasos hasta que lo apabulló. ¡ La tumba al fin le aclara lo infundado de sus miedos ¡. Al otro lado de la nada no había sino eso, ¡nada¡..

Caminamos los caminos conocidos con total tranquilidad, porque olvidamos por los demás temores que algún día de antaño estos caminos de hoy también fueron caminos no hollados del pasado. Los caminos desconocidos no los caminamos, y esperamos que otros los caminen y fijen las tarifas del miedo del futuro.

Señores, la única diferencia entre el pasado y el futuro, es el miedo. Todo lo demás es puro miedo.


No hay comentarios.: