CONFIAR EN DIOS, COSA DE HOMBRES

No tengo nada contra el mundo ni contra los dioses, pero si tengo la certeza que el hombre ideó a dios por no creer en el hombre.

Ante la disyuntiva del hombre de tener en quien confiar sus acuerdos vocales y sus miserias personales ¡ quien mejor que un ideal hecho a nuestra imagen y semejanza ¡, e inventó un ser sobrenatural..

Y le añadió al ser sobrenatural creado, todas las cualidades que no encontraba en sus congéneres, y lo adornó de ese sueño de sueños que no deja dormir al hombre: ¡ la inmortalidad ¡.

El inmortal debía igualmente estar por encima de bien y del mal, e interesarse en adelantar su actividad sin ningún tipo de remuneración, y el hombre lo engalanó con el asexuado don de la justicia y la misericordia.

¡ Y no debía olvidar ¡, y lo atavió de un cerebro de elefante que recordara hasta las fechas más infames.

¡ Y lo dotó de ojos ¡, en tal cantidad que dos ojos fueron pocos pero mil ojos al final parecieron suficientes, para mirar hasta lo que el hombre esconde detrás de sus deseos e insignificancias.

Y el soplo que faltaba para hacer perfecto al dios que todo lo ve, lo coronó el hombre con la última dotación que faltaba: ¡ la justicia ¡. Y desde tal instante sublime, dios recibe la espada del hombre para hacer justicia por su propia mano.

Y la imaginería viviente del hombre que come, duerme, negocia y peca, y vuelve a dormir, no podía estar completa si a su creación de conveniencia no lo dota de una necesidad básica del hombre racional: la vivienda.

Y desde la fecha olvidada en que el hombre creó a dios, vive en una mansión de paraíso, sirviendo de intermediario de premio entre los hombres, e imbuido de todo el poder que agracia la omnipotencia.

El hombre entretanto acucia sus labores con la venia del omnisapiente, y en su memoria olvida que la fábula fue invento de su propia urgencia, y que el hombre debe sus compromisos a un invento ficticio que cumple a cabalidad el hombre de palabra.

¿ Jura, señor Presidente, ante Dios, cumplir fielmente la constitución y la ley ? Y esa frase así expresada representa todo el poder y la gloria de un pueblo que confía en dios y que de igual manera deposita su confianza en el hombre. Y el pueblo aplaude, y dios se queda.

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