UNA SONRISA AL VOLANTE DE SU VIDA

¡Sabia la naturaleza que logró conservar una misma sonrisa feliz para los miles de rostros que inventó en el hombre¡


Hoy percibí la sonrisa de las mil caras. Y no fue difícil encontrarla, porque estaba detrás de cada rostro adusto, o delante de cada cara afanosa. La única facilidad estaba en descubrirla allí, agazapada, entre las bambalinas del afán diario.

Y estaba en el rostro del chofer de bus, que empuñaba su arma de trabajo, afanoso, con sus ojos anhelantes, y que solo descomponía su figura ácida cuando algún pasajero abandonaba el vehículo. Era la sonrisa sabia del chofer de bus que sabe que en cada pasajero que abandona el vehículo nace la potencialidad de un puesto vacío, de un nuevo pasajero que llega. Curiosa filosofía de bus que enseña que la felicidad del hombre de alquiler no estriba en la cantidad de pasajeros que sube al vehículo, sino en el número de pasajeros que dejan el vehículo.

Y estaba en el rostro del chofer de taxi, indescifrable en su túnica de uniforme, atento a cualquier aspaviento del transeúnte, y peripuesto frenar en las condiciones más inhóspitas de transito. Al contrario del chofer de bus, el conductor de taxi sonríe cuando el pasajero sube a su vehículo, y muestra su cara sombría cuando el pasajero se apea del taxi. Sensata filosofía de taxi que enseña que la sonrisa del hombre de alquiler no pervive en la frecuencia con que los pasajeros abandonan el vehículo, sino en adicción con que los pasajeros se suben al vehículo.

Y no estaba de madrugada en el rostro del chofer de transmilenio, impertérrito en su uniforme único de recién nacido, callado con el silencio aprendido de memoria en extenuantes jornadas de inducción, pero que tampoco desdibujaba su faz de estatua de San Victorino. Al contrario y a la bisconversa de los asalariados anteriores, su sonrisa destilaba la seriedad de su rostro acuartelado cuando demoraba la arrancada de su mole de pasajeros ante la presencia de una minusválida que corría con la lentitud de su agonía. Aprendida filosofía de transporte masivo, que logra trasmigrar en el hombre asalariado el rictus del afán en la sonrisa de papel del servicio integral honorífico. ¡Es la sonrisa del deber cumplido, tras miles de vidas diarias detrás un volante que sólo lo dotó de triunfales sobrepasos suicidas e innúmeros accidentes secretos¡.

Y la pude encontrar en el rostro de piloto de formula 1 de los conductores particulares, que escondían tras su secular afán de ultima hora la simpleza de un vehículo que parecía correr por encima de sus fuerzas, y que competía sin cansancio con el cansancio de los otros vehículos de ocasión, la sonrisa estaba allí guardada, como perpleja entre tanta algarabía sin cuento, igualmente agazapada, con las articulaciones algo cansadas de tanto esperar, pero igualmente expectante envolviendo en papel celofan la vida de los conductores particulares. Todos alguna vez hemos sido conductores particulares, y sabemos qué sobra cuando el volante se apodera de nuestras vidas: la sonrisa. Sabía filosofía del hombre cuando puede cambiar la sonrisa de vida por la vida de desencanto que es conducir sin el placer de conducir. Aquí no se sonríe cuando se sube al vehículo, ni cuando se baja del vehículo, aquí la sonrisa va por dentro como en una procesión de miedo hasta el siguiente semáforo.

Aprendamos que el mayor placer de la vida está en la sonrisa de los demás, no porque su dicha nos aplaque las dificultades del momento, sino porque un rostro con una sonrisa de necesidad es incapaz de hacernos algún daño. La sonrisa siempre ha sido la misma en los miles de rostros de los hombres. ¡Sabia la naturaleza que logró conservar la misma sonrisa feliz en los miles de rostros que inventó en el hombre¡ Y en cada rostro hay un hombre, y en cada sonrisa una profesión. ¡El hombre aún no logra profesionalizar la sonrisa¡ Hoy el volante nos paseó por la sonrisa, mañana la sonrisa será el volante de la vida.

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