LA BÚSQUEDA DE LO QUE SIGUE EN NUESTRA CABEZA

La libertad es un cisne de pico blanco. Nacemos buscando la libertad, incluso cuando soñamos. Siempre deseamos poseerla, pero no teniéndola es cuando más la anhelamos y poseyéndola es cuando menos la percibimos.

¡ Y la libertad no es la simple sensación de sentirnos con las manos libres ¡. ¡ Ni libertad es la capacidad de tomar las de Villadiego cuando queramos ¡.

Muchas veces en las mejores condiciones de riqueza, cuando el cuerpo finalmente se refocila de lo que le rodea, cuando los manjares le entretienen por doquier, cuando los bienes materiales parece condescender con el deseo, tantas veces encontramos que la libertad se ha perdido. ¡ Se escabulló en la misma proporción en que nos dimos a la complacencia de los sentidos ¡. El cisne se ha ruborizado.

Curiosamente la máxima fuente de libertad está en el amor. Mientras se busca con norte, se le persigue sin cesar con sólo un deseo permanente: entregar la libertad. Es un don que termina convirtiéndose en el sexo sentido del hombre. Pareciera también que la máxima libertad en la mujer estriba en poseer la libertad del hombre, sin recato, ¡ sin cisne ¡.

La libertad tiene mil caras y también es victima de todos los sueños. Hasta los sueños de grandeza terminan torciéndole el cuello a la libertad más sublime. Sigamos volando hacia la libertad, que solo existe en nosotros mismos. Los cines no tenemos memoria de la libertad, la vivimos todos los días.


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