PROBANDO ERRORES

La mente humana siempre se encontró peripuesta al error, tanto, que inventó la única formula de vencerlo: la prueba y error.

Y el hombre probó todos los caminos, hasta que los recorrió todos, de modo que al final pudo en su mapa mental decir sin temor a volverse a equivocar: A + B = C.

Al final, todos los hombres pensaron lo mismo, y la prueba resultó más creadora que la verdad, y hoy nadie pone en duda la formula natural.

Hoy desde los púlpitos, desde los noticieros, desde las gerencias de empresas, y desde la plaza pública. se invita a creer en las verdades que otrora fueron pruebas, y a la usanza antigua confundimos los dioses naturales con los dioses imaginarios.

Aprendamos positivamente, que los dioses pueden equivocarse algunas veces cuando hacen algo, y que sólo se equivocarían siempre si no hicieran nada. La máxima equivocación del hombre fue creer que era el rey de la naturaleza, y corrió y destruyó al león, y hoy lo evoca con el dolor del artista que lo esboza con fruición, hasta en las servilletas pobres de los restaurantes populares.

A pesar de todo, no dejamos de leer en los libros y periódicos de la sabiduría de los tiempos actuales, que el hombre superó la barrera de sí mismo, y corre a diario a dejarlo escrito en su memoria: el libraco de los records.

Mientras el hombre sea el paradigma de sí mismo, la naturaleza no podrá evocar su memoria, y no se podrá hacer borrón y cuenta nueva. Si la naturaleza no nos vence, estoy seguro que la fórmula aprendida nos arrastrará al anonimato de la desaparición, y habremos perdido la última esperanza de probar.

Sin la prueba no hay error, y sin error no hay hombre. Probemos de nuevo, el mundo aún está fresco, no importa que haya que quemar más de una Alejandría.

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