LA IMAGINACIÓN DE LAS COSAS POR INVENTAR

¡Cómo enamoran las cosas buenas¡. Nada llena mejor el espíritu que las cosas agradables que nos pasan de cuando en cuanto. Gozamos hasta la plenitud, cuando las cosas bellas se cruzan en nuestro camino y nos hacen reír hasta el llanto. Tan bello es lo bello, que le hicimos una película a la vida, ¡La vida es bella¡, porque no soportamos tanta belleza, porque no le cupo en el cuerpo a algún cineasta narcisista, y dejó la constancia en imágenes animadas por nosotros mismos.

Pero cuando las cosas se enrevesan, y pasan como pasan, y su ocurrencia parece de nunca acabar, nos damos la pela, todo se ennegrece, el tiempo se detiene, y la vida parece una mazmorra. Los minutos se vuelven horas cuando el mundo se torna duro e inclemente, y las horas parecen días, y como en un dolor de muela, nos parece que el dolor nos duele regado por todo el cuerpo.

La vida es un continuo sobresalto de un estado de ánimo pletórico a uno perplejo, y de uno apacible a otro procaz y desenfadado. ¡Qué carrera de obstáculos para tan insignificante premio¡. ¡Cuando un galgo corre tras un premio alimenticio, parece más sensato que cuando un racional corre tras una medalla de color¡.

Conocemos la victoria sobre los imposibles, pero olvidamos que la victoria fue una meta sembrada de mil desazones y mil destemplanzas, que dejaron lo mejor de cada uno de nosotros, y el minuto que finalmente llega, es el producto de mil días anteriores de corre corres que no se preocuparon de los resultados parciales porque el resultado final era la meta. Cuando vamos camino a la meta definida, no vemos el camino que pisamos, y la cabeza levantada y los ojos fijos en un punto indeterminado, perduramos a todas las intemperancias del camino, las sobreponemos y las sobrevivimos, y decimos que todo hace parte del diario vivir. ¡La eternidad se debe parecer a un minuto de esta felicidad¡

He aprendido que las cosas bellas que nos pasan son un estado platónico del espíritu que dura lo que nosotros queramos, ¡lástima que el hombre no haya inventado un reloj de risas, así como inventó uno de átomos¡. Hacemos más énfasis en las cosas malas que hacen tres desadaptados, que en las cosas sencillas que hacemos todos los demás¡, así somos, y por eso la felicidad no rinde. ¡Oh, si la felicidad fuera usurera¡

Si logramos crear confusión entre lo bello y no bello, entre el gusto y el disgusto, y entre el vivir y el sobrevivir, estoy seguro que la vida será menos bella de lo que imaginamos, pero más simple de imaginar.

La imaginación es la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo bello y lo cotidiano, si la incluimos en nuestro menú diario, estoy seguro que veremos más cosas bellas, y se lograrían muchas mas y dejaríamos de mirar tantos imposibles. Señores, nuestra pedagogía olvidó el taller de la felicidad perpetua. ¡Aún quedan cosas por inventar, en estos siglos del movimiento perpetuo¡.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmmm.
interezante,...
por algo no estoy estudiando lengua..