MIEDO DEL MIEDO

De todos los sentimientos que rondan la imaginación del hombre, hay uno que hubiéramos querido no imaginar: el miedo.

Nace el miedo con nosotros, nos acompaña en todo el recorrido vital, y sólo se retira de nosotros unos pocos minutos después de la muerte.

Si pasáramos casa por casa y hombre por hombre recogiendo todos los miedos, su volumen llenaría todos los espacios, ¡tanto¡, que sería de miedo su transporte, y faltaría un planeta más grande que el nuestro para abandonarlo a su suerte. Y habríamos creado el planeta del miedo, y el nuestro sería el planeta del sueño. ¡Soñar no cuesta miedo¡.

Hay dos modalidades del miedo que el hombre ha tratado de desterrar, por la fórmula fácil de cambiarle los nombres al miedo. ¡Eureka¡, se puede matar el miedo cambiándole el nombre.

Y entonces inauguró el termino COBARDÍA, para nombrar al miedo que el hombre acepta como tal, aquel que concede impunidad total, y que le permite resolver los problemas, olvidándolos.

Y entonces inauguró el termino CORAJE, para llamar al miedo que el hombre desconoce como tal, aquel que le reconoce inconciencia total, y que le resuelve los problemas, enfrentándolos.

Por tanto, la única forma de enterrar el miedo, es reconociendo el miedo en el miedo, lo demás son palabras de miedo. Luego, después, correr, luego existo. El miedo como los ángeles no tiene sexo, corramos.


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