De la felicidad de cada día

Cuando el desconocido niño de la calle 100 me preguntó que si sabía donde encontrar la felicidad, debí haberlo asustado mucho, porque no esperó respuesta alguna.

Quizá se asustó porque pudo ver la misma pregunta contestando su pregunta. O quizá olvidó su pregunta tan pronto como la formuló, y la pregunta fue llenada con otra pregunta, o quizá con otra respuesta.

Lo volví a ver, en el parque cercano, gozando los juegos de niños, con esa sonrisa fácil que conoce todas las respuestas.

Supe entonces, que la felicidad nunca está lejos, no está en ninguna parte, no tiene un sitio especial, no tiene tranvía, y sobrevive en uno mismo agazapada en las cosas más sencillas de la vida.

Definitivamente, la felicidad es una manera de vivir, o quizá como el niño, una manera de jugar.


Valentín

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