HILANDO DESDE MI BLOG (4)

El futuro se ocupa de mejorar el pasado, en una tarea inacabable. El hoy parece siempre un invitado de piedra.

Las vidas bien vividas, son autobiografías de la imaginación, y de escaso interés editorial.

Los hombres que no dicen la verdad y lo sostienen elocuentemente, merecen como premio su propia lengua en salsa de aduladores.

Si somos capaces de hacer lo que está al alcance, con seguridad que alcanzamos lo que somos. A veces no somos sino un soplo.

Siempre que hablamos interrumpimos los pensamientos. Sólo cuando callamos, dejamos de interrumpirnos. El mundo es la historia ininterrumpida de continuas interrupciones.

A quien le gusta la compañía y tiene fe, nunca habla solo.

Los pensamientos despiertos necesitan una cuna desde donde dejar dormir.

La filosofía logra enredar las cosas simples que todo el mundo sabe. Se deberían eliminar las ciencias exactas y el discernimiento.

La enemistad se cura con el encierro de los protagonistas en una misma celda. Al final de la tarde, a lo sumo, no queda sino uno de ellos.

La ira enceguece, por eso los enemigos se sienten ciegos y creen que su oponente puede ver. Los ciegos no saben de ira ni de suposiciones.

Cuando un deudor y un acreedor se agreden, más de un problema está por resolverse: una deuda y la ruina de los contendientes.

Lo bueno de ser antorcha es que no ves la sombra que proyectas. Las sombras no dejan ver el mundo y se necesita nueva luz para alumbrar las sombras. La luz sin sombras, será el futuro de la luz.

El hombre no para de preparar obsequios para persuadir a Dios. Dios no para de deshacer obsequios para persuadir al hombre.

Los hombres honran las riquezas mejor que las comidas, por eso los templos sólo están repletos de riquezas. Cuando el hombre honre la comida mejor que las riquezas, los templos se caerán a pedazos. Solo los templos en honor al hambre subsistirán por los siglos de los siglos.

El tiempo siempre habla. Sólo se calla para los que se van muriendo. El silencio del tiempo cura la inmortalidad.

Aquí entre nos: no hay hombres superiores, sólo hombres fieles a las esperanzas. Los otros no son hombres.

A veces llamamos feliz al hombre que sólo lo fue el último día. Ese, es un ejemplar en vías de imitación.

Si viviéramos para ser felices sólo el último de nuestros días, ¿ valdría la pena vivir el resto de los días ? Esta es mi recomendación: seamos felices todos los días como si fuera el último. El reloj de la dicha sólo gira 24 horas, los demás giros son inventos nuestros, y la felicidad no es la excepción.

Todos crecemos para multiplicarnos. Algún día los hijos nos cobrarán el gusto infortunado de traerlos al mundo. Fue como invitarlos a la siguiente guerra nuclear. ¡Qué dichoso infortunio! Ya no traerán un pan bajo el brazo, sino una horca.

Qué bueno pagar por morir viejos. La mejor hora de morir, es la hora actual, que es siempre la más vieja.

Cuándo un homicida lava sus manos, empiezo a creer que el agua llegará a convertirse en un artículo de lujo. Y todos los lujos me saben a húmedo.

Nadie puede resistir a la fuerza irresistible de la necesidad. No hay resistencia que valga. Resisto, luego existo, el puro cuento de los que cayeron bajo sus redes. Las redes de la necesidad son desconocidas, como las atarrayas para los peces.

Curioso el teatro de la vida, donde los actores mejor pagados son los que menos saben de la vida, y los que más saben son los que no cobran por hacer lo que saben hacer: vivir.

La amistad es un camino lleno de hierbas. Por eso una aromática nos devuelve la vida, y hace menos hojarascoso el sendero.

El hombre se solaza de los inventos diarios que están quitándole el espacio a la vida. ¿Sabrá que su cuerpo es un carruaje único ? Menos altares, señores, y más espacio para la limusina que llevamos dentro.

La única libertad, la verdadera, es aquella que me permite ser dueño de mi propia vida. Es la que me permite correr sin estorbarme, y hasta me permite morir sin transportarla. ¡Y tanto dar vueltas en búsqueda de una propiedad!

Si el reinado de las leyes te castró la vida, castra las leyes con el reinado del amor. En el país del amor, a los abogados los castran por piedad y en su lugar florece una rosa por bragueta.



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