LA PARADOJA TERRENAL




Dentro de nuestro imaginario infantil, siempre nos asaltó la idea de la aparición de la vida en la tierra, reseñada en la primera fábula de la historia sagrada: El paraíso terrenal.

La historia sagrada cuenta que el paraíso terrenal lo tenía todo, y tenerlo todo era contar con todo lo necesario, no lo superfluo. Había naturaleza, vida y armonía. ¡ Qué más podía pedir el hombre ¡ ¡Qué más podía pedir la mujer ¡ Allí no existía el tiempo, ni la medida, ni la lluvia, ni el hambre, ni la gloria, ni el mal, ni el bien, ni ganar, ni perder, dinero, nada, ¡ todo estaba por hacerse ¡. Y cuando todo está por hacerse hay vida por crecer. Y crecer es inventar, e inventar es probar, y probar es tentar, y de tentar a atentar queda muy poco por no hacer.

Acaso lo mejor de la humanidad estaba por hacerse. Talvez lo mejor de la humanidad estaba por cambiarse. Y Adán y Eva estuvieron felices por todo el rato de vida que lograron computar en su reloj de paraíso.

¿ Por qué nos dejamos engolosinar después con el cuento de la pérdida del paraíso terrenal ?

Hoy cuando nuestro planeta solloza el cúmulo de nuestras estupideces personales y colectivas, me pregunto: si la tierra no es el paraíso terrenal, ¿ se pueden imaginar lo que hubiéramos hecho con el verdadero paraíso terrenal ?

¿ Estamos tratando al planeta como si fuera nuestro albergue terrenal provisional ? o quizás como si fuera nuestro prepago terrenal ? Tendrá la iglesia acaso culpabilidad en este síndrome de destrucción fraticida que emponzoñó al hombre cuando supo lo que le contaron ?

Estoy seguro que el hombre en su amplia ceguera intelectual hubiera hecho del paraíso terrenal lo mismo que ha logrado hacer de la tierra: una bomba de tiempo. El Tic Tac de horror procesado por el hombre, escasamente parpadea al lado del otro Big Bang que ronroneó el comienzo de la historia de la última nada. El hombre lo que no atisba a entender es que la nada que busca y obtendrá es nada al lado del todo que ni siquiera se inmutará. ¿ Será que el hombre aspira a su propio Big Bang ?

Aun cuando la historia sagrada no mostró mucha imaginación en el planteamiento del paraíso terrenal, el hombre si logró tomar revancha con sus populares juegos de invención y pirotecnia, hasta lograr la inspiración máxima: la autodestrucción racional controlada. El hombre va camino de convertirnos a todos los otros hombres en héroes de una odisea anunciada.

Si Dios existe, no tardará el hombre en extinguirlo. Si Dios no existe no tardará el hombre en atribuirse su extinción. Hemos borrado sin mucho esfuerzo, bajo la mirada inocente de nuestros relojes atómicos, aquello para lo cual la naturaleza requirió de millones de años en su construcción. El hombre remeda y destruye impaciente lo que la naturaleza creó y moldeó pacientemente. ¿ No será que la naturaleza se da una manito, y nos quita de en medio a semejante monstruosidad ?

La madrugada próxima, cuando en todos los periódicos se reconozca que el hombre se encuentra en vía de extinción, se sabrá finalmente que la tierra era el paraíso terrenal.

Pero entonces, increíblemente, ya no habrá un hombre para reseñarlo, y la historia se verá obligada a escribirse sola, como lo hacía cuando aún los hombres y mujeres no estaban en la historia sagrada, y el puntual reloj universal funcionaba en cualquier dirección y en todas direcciones.

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