¡ME GUSTAS¡

La llegada de la reporterita yahoo.com me sacó de mis pensamientos. Casi nunca viene por mi estudio, y verla de pronto atravesar mi pantalla con sus mejores galas, me hizo despabilarme. Cada vez que pasa, su rastro estelar deja más de una mirada tierna y más de una inquietud gorda..

Me saludó en volandas, y pasó al grano.

-Hola filósofo de atar. Una pregunta me trae hasta tu huerto, inquietud mía y que asola a más de un mortal en el ciberespacio.

-Bien niña. Si tu pregunta coincide con realidades del diario vivir, te daré mi versión. Si no son realidades, tu ancho mundo es el más apto para responderte. Dime.

-Qué harías maestro, si en la calle alguien desconocido te dice a boca de jarro: ¡Me gustas¡.

-Que Qué ? Mira mi yahoo.com preguntona, no miremos la situación como si me ocurriera a mí, porque seguramente el tal se llevaría más de una sorpresa. Veámosla mejor desde el punto de vista de cualquier parroquiano de ciudad, que caminando por la carrera décima, de pronto escucha tamaño piropo.

Para el caso, mujercita, y puesto en la piel del afectado, se me ocurrirían tres posibilidades:

  1. Si es una persona desconocida del sexo opuesto, automáticamente le obsequiaría una sonrisa de quinientos mil pesos. O
  2. Si es una persona del mismo sexo, pegaría un salto de tres pisos y me escabulliría. Y
  3. Si es mi amor secreto, por el cual deliro de día y de noche, entonces la abrazaría, le estamparía un beso de quinientos mil pesos, le diría ¡mujer porque no lo dijiste antes¡, y la invitaría a un carajillo.

-Gracias maestro. Volveré por tu estudio más seguido. Llevaré a mi gente tus respuestas. Si no les satisface, por lo menos espero que se diviertan con la diferencia. Un gigabeso.

Y desapareció como apareció. A veces pienso que las cosas que pasan no pasan sino en nuestros pensamientos, no pasa así con las respuestas.

HILANDO DESDE MI BLOG ( 1 )

Los hombres libres son como esos boomerangs raros que pasando todas las pruebas, no retornan, prefieren la libertad.

A veces la vida nos hace sentir como esos pescadores que terminan devorándose el anzuelo.

Hay ignorancias tan monumentales, que hasta podrían considerarse de parlamento.

Caminando estas calles, puede uno apreciar que la vida no le sienta bien a todo el mundo.

Hasta el ladrido de los perros en las capitales es más artificioso: laten por una pronta lluvia de huesos.

En la guerra solamente muere gente. Las ideas siempre terminan ilesas. Un día seremos solo un mundo de ideas en guerra.

Una razón contra la tala de bosques: es más fácil perderse cuando éste ha sido talado.

El consejo del año: piense antes de pensar

La realidad pide a la razón que abramos los ojos a la realidad. Yo pido a la razón que pida a la realidad que cierre los ojos a los recuerdos.

Amigo pacifista: ¿ Te hubieras sentido mejor si David hubiera matado a Goliat con un verso ?

El canibalismo es la forma más sencilla de consumir las complejas ideas de los demás, combatiendo paralelamente la explosión demográfica y la política.

Los países que han desarrollado prisiones de alta seguridad no tardarán en desarrollar prisiones de alta libertad.

El político privado de la libertad aún fanfarronea ante los micrófonos. No llega a aplaudir porque las esposas se lo impiden.

Es tal el caos que enseñorea a los habitantes del mundo, que lo único que los mantiene unidos es la gravedad.

Si a la entrada del mundo hubieran puesto el letrero PROHIBIDA LA ENTRADA, seguro que nos hubiéramos ahorrado el letrero actual SIN SALIDA que ya parece querer brotar de todas partes.

Hay una imparcialidad que asusta, es la de los que están a favor de la justicia.

Según las últimas encuestas, el país va a necesitar centros de desintoxicación para los ebrios de la dicha.

¿ Cómo reconocen el hambre quienes nunca la han sentido ? Sospecho que podrían pensar que se trata de una nueva modalidad de pecado original.

Problema médico jurídico: ¿ hasta cuántos muertos tiene uno derecho a equivocarse ?

LA PARADOJA TERRENAL




Dentro de nuestro imaginario infantil, siempre nos asaltó la idea de la aparición de la vida en la tierra, reseñada en la primera fábula de la historia sagrada: El paraíso terrenal.

La historia sagrada cuenta que el paraíso terrenal lo tenía todo, y tenerlo todo era contar con todo lo necesario, no lo superfluo. Había naturaleza, vida y armonía. ¡ Qué más podía pedir el hombre ¡ ¡Qué más podía pedir la mujer ¡ Allí no existía el tiempo, ni la medida, ni la lluvia, ni el hambre, ni la gloria, ni el mal, ni el bien, ni ganar, ni perder, dinero, nada, ¡ todo estaba por hacerse ¡. Y cuando todo está por hacerse hay vida por crecer. Y crecer es inventar, e inventar es probar, y probar es tentar, y de tentar a atentar queda muy poco por no hacer.

Acaso lo mejor de la humanidad estaba por hacerse. Talvez lo mejor de la humanidad estaba por cambiarse. Y Adán y Eva estuvieron felices por todo el rato de vida que lograron computar en su reloj de paraíso.

¿ Por qué nos dejamos engolosinar después con el cuento de la pérdida del paraíso terrenal ?

Hoy cuando nuestro planeta solloza el cúmulo de nuestras estupideces personales y colectivas, me pregunto: si la tierra no es el paraíso terrenal, ¿ se pueden imaginar lo que hubiéramos hecho con el verdadero paraíso terrenal ?

¿ Estamos tratando al planeta como si fuera nuestro albergue terrenal provisional ? o quizás como si fuera nuestro prepago terrenal ? Tendrá la iglesia acaso culpabilidad en este síndrome de destrucción fraticida que emponzoñó al hombre cuando supo lo que le contaron ?

Estoy seguro que el hombre en su amplia ceguera intelectual hubiera hecho del paraíso terrenal lo mismo que ha logrado hacer de la tierra: una bomba de tiempo. El Tic Tac de horror procesado por el hombre, escasamente parpadea al lado del otro Big Bang que ronroneó el comienzo de la historia de la última nada. El hombre lo que no atisba a entender es que la nada que busca y obtendrá es nada al lado del todo que ni siquiera se inmutará. ¿ Será que el hombre aspira a su propio Big Bang ?

Aun cuando la historia sagrada no mostró mucha imaginación en el planteamiento del paraíso terrenal, el hombre si logró tomar revancha con sus populares juegos de invención y pirotecnia, hasta lograr la inspiración máxima: la autodestrucción racional controlada. El hombre va camino de convertirnos a todos los otros hombres en héroes de una odisea anunciada.

Si Dios existe, no tardará el hombre en extinguirlo. Si Dios no existe no tardará el hombre en atribuirse su extinción. Hemos borrado sin mucho esfuerzo, bajo la mirada inocente de nuestros relojes atómicos, aquello para lo cual la naturaleza requirió de millones de años en su construcción. El hombre remeda y destruye impaciente lo que la naturaleza creó y moldeó pacientemente. ¿ No será que la naturaleza se da una manito, y nos quita de en medio a semejante monstruosidad ?

La madrugada próxima, cuando en todos los periódicos se reconozca que el hombre se encuentra en vía de extinción, se sabrá finalmente que la tierra era el paraíso terrenal.

Pero entonces, increíblemente, ya no habrá un hombre para reseñarlo, y la historia se verá obligada a escribirse sola, como lo hacía cuando aún los hombres y mujeres no estaban en la historia sagrada, y el puntual reloj universal funcionaba en cualquier dirección y en todas direcciones.

POR ESTAS CALLES

Hoy prefiero salir a caminar por el mundo con mis mejores pantalones, por aquello de que “nunca lleves tus mejores pantalones cuando salgas a luchar por la paz y la libertad”.

Y veo que todo el mundo pasa junto a mí, con una fe de esas que mueven montañas. Parecen díscolos en su tentación de cumplir la vida, con el día a día. Y todos se alejan de mí, ya sin fe, porque para nadie es un secreto que quienes van a la montaña ya abandonaron la fe y se aprovisionaron de entrañas, en un muy subliminal efecto Doppler para los observadores.

Y aprovecho para sopesar las calles, y las encuentro mejor que antaño, pero cada vez en su inmensidad, incapaces de abarcar todo el tráfico creciente. ¡El Mar Rojo en la ciudad!. El hombre se enamoró del mar, y en su resaca de melancolía, lo arrastró a las ciudades, y lo instaló en sus calles. Nuestros mares urbanos de peces rodantes, chimeneas jorobadas y monstruos ruidosos, no temen a los tsunamis urbanos, porque la precariedad de sus avenidas sólo alcanza para descomponer chasises y columnas vertebrales de pasajeros.

Mis pasos pausados me hacen sugerir, que los andenes, esas repisas de cemento peatonal, a veces pavimentadas, casi siempre resquebrajadas, se ubiquen a 100 metros de distancia de las calles, para que los peatones podamos hacer vida peatonal, y no muramos lentamente en el intento de sobrevivir por la disputa del aire verde y del espacio incoloro.

Y no dejo de mirar las construcciones a lado y lado de las vías, todas apretadas, halagüeñas en puertas y ventanas y techos y cerraduras, erizadas en su afán de perseverar por encima de la vida del hombre, como en un intento burdo de repasarnos inequívocas la historia de la torre de Babel. El hombre desechó por lealtad a Dios su construcción, pero se inventó unas torres horizontales que en dimensión han triplicado aquella otra bíblica. Hemos logrado sobrevivir a los dinosaurios indemnemente, pero empezamos a librar una dura batalla contra el espacio, ocupándolo tan drásticamente, que hemos acabado por desaparecer su noción. ¡No duden que nuestros planeadores oficiales empezarán a vendernos mundos paralelos¡.

Más adelante en mí recorrido, en los suburbios cercanos, cuando las construcciones dejan de llenar el aire, y el paisaje libre se convierte en otro mar de tentaciones terrenales, miro en lontananza y observo que el paisaje al igual que las ciudades, se encuentra disectado por alinderamientos que multiplican el vecindario, y que separan colindancias de nadas. En su acendrado desarrollo de egoísmo intelectual, por milenios, el hombre inventó las fronteras y los territorios, y dividió el paisaje en kilómetros cuadrados. Hoy, a pocos siglos de congraciarse con la desaparición, todos los días retoca las fronteras, recompone las vecindades y paga con vida la construcción de muros divisorios que le garanticen tierra en algún lugar de la imaginación..

Veo con nostalgia, que kilómetros de muros en material de mampostería, encierran sin nostalgia centímetros cuadrados, metros cuadrados, hectómetros cuadrados y kilómetros cuadrados de terrenos que enclaustran la nada. ¡Oh hombre del presente, qué novedad científica has inventado, que en tu afán imperecedero, lograste al final darle cerramiento a la nada!.

Al regreso de la tarde, acosado por el hambre y la trifulca de la gente que parece disputarse el aire y el espacio, camino cabizbajo calculando aritméticamente que existen en todas las ciudades del mundo más metros cuadrados construidos en muros de cerramiento, que metros cuadrados construidos en vivienda. ¡Doble inversión constructiva para obtener apenas una centésima parte de beneficio egipcio¡. De nuevo el hombre, en su paradoja extintiva, parece comprender claramente lo faraónico y desconoce olímpicamente lo vital: la existencia digna. Recomendaría que se eleven muros divisorios, de oro si fuere el caso, cuando todos los seres humanos dejemos de necesitar una vivienda digna.

Cuando ya todos huyen, a la muerte de la tarde, mis pasos lentamente renacen a la vida de la noche. La vida nocturna es otra cosa, no deja ver los pasos de las calles, y me subo entonces al único árbol que encuentro en mi camino: mi jaula del tercer piso.

No puedo dejar de pensar serenamente en el aviso limitado que leí en la mañana: Una jaula busca un pájaro.